En las
profundidades de tus ojos me perdí
Te encontraste
con mi curtido corazón
Y en la intensa
luz de tu mirada me hallé
Cambié el recto
camino de toda una vida
Por un sinuoso
sendero de amor.
La calidez de tu
cuerpo refugio me dio
Y con tu suave piel
de seda me cubrí,
Mi cuerpo y alma
se regocijaron…
Era esa dulce
esencia, aquel exquisito calor.
Cuando la
oscuridad se robó las estrellas
Un par de océanos
de miel me alumbraron
Y en las noches
en que el frio el alma calaba
Tus brazos en el
hogar de tu ser me acogieron.
Y del manantial
de tus labios lo dejaste beber,
Cualquier
reflector que antes pude haber visto
Palideció ante la
luz de tu sonrisa.
No sé si te
cortaron las alas y caíste en el bar,
No sé si mi Madre
siempre oportuna allí te mandó,
Yo creo que me
las diste ese día sin siquiera darte cuenta
Porque aun siendo
mi cable a tierra solo tú lograste hacerme volar.
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